Estimados lectores:
Para los antiguos romanos los días eran fastos y nefastos.
Luego, en la liturgia de cada uno, los días con destellos de alegría son considerados fastos. Son muy raros y, por eso, preciosos. Su valor aumenta cuando revelamos la causa de la alegría, y quienes se enteran de ella comparten nuestro gozo, con la misma sencillez que al disfrutar de una hogaza de pan en el hogar o el aire perfumado de una mañana soleada mientras caminamos bajo el follaje de los árboles.
Hace unos días el Colegio de Abogados de Lima me confirió la alegría de un día fasto. Me hizo saber que me había concedido la condecoración Vicente Morales Duárez. ¿La causa? Mi ya larga carrera y mis realizaciones como profesor universitario del Derecho y abogado. La mayor parte de estas realizaciones han tomado el fondo y la forma de derechos sociales de los trabajadores de nuestro país.
Si dispusieran de tiempo el viernes 10 de abril a las 11 de la mañana, les rogaría que asistan a la ceremonia de entrega de esta condecoración en el local del Colegio de Abogados de Lima, Avenida Santa Cruz 255, Miraflores (a una cuadra de la avenida Arequipa y Aramburú).
Cordialmente
Jorge Rendón Vásquez
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